Amordazar

Autor: Gabriel Sanz

Bienvenidos a De(s)generando el género.

DE(s)GENERANDO EL GÉNERO nace de la necesidad de aunar esfuerzos para lograr la Igualdad de género. El nombre no es casual, sino que se enraíza en el fin que perseguimos: degenerar los conceptos que inundan las consideraciones de género para llegar a deshacerlo, desgenerarlo, y despojarlo de todos estereotipos y mandatos que marcan “el deber ser”en función del sexo con el que nacimos. Nos definimos como feministas, porque creemos que la única forma de vivir en un mundo más justo se relaciona con la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres. Creemos que la educación e información, son la herramienta que nos permitirá vivir en la diversidad, la pluralidad y tolerancia humana. Tenemos la convicción de que esto es posible, y por eso armamos este BLOG , el cual dividimos en secciones que nos parecen de interés para quien quiera acercarse a la temática y estar actualizad@. Las sección “Reseñas”, haremos un breve análisis de distintos títulos de libros y películas que abordan la temática . En las “noticias destacadas”, exponemos los sucesos más relevantes e inauditos, con un pequeño análisis de las mismas. En la agenda, publicamos los eventos relacionados con la temática. En los links de interés, aquellos enlaces que creemos interesantes. Y en la página principal habrá una producción nuestra sobre diversos temas. Todas estas secciones, las vamos a actualizar semana a semana, ya que creemos que la Igualdad y la concientización, es un camino de todos los días.

jueves, 24 de julio de 2014

Sororidad y falsas antinomias dentro del feminismo


La frase “divide y reinarás” nos resuena en la cabeza, sobre todo por su aplicabilidad. Cuando se recorre la historia del feminismo, se pueden ver las disputas al interior del movimiento. Al feminismo se lo ha acusado de ser blanco, de clase media, heterosexual, convirtiéndose en hegemónico, y quienes denuncian tienen razón. El movimiento feminista debe reconocer las particularidades de todas las mujeres a las que representa: no es lo mismo ser blanca de clase media y heterosexual, que negra, lesbiana y pobre. Tampoco es lo mismo ser una mujer urbana que ser indígena y vivir en el campo. Y no es lo mismo ser joven que vieja, ni es indiferente tener o no alguna discapacidad, mucho menos ser una mujer trans. Si no estamos todas incluidas en el movimiento se producen escisiones, la búsqueda de espacios propios que enriquecen al movimiento, pero en algún aspecto creemos que debilitan la lucha, y esto es porque creemos que podemos construir un movimiento que nos incluya a todas.
Esto no es una acusación a las mujeres que necesitan que se reconozcan sus particularidades y, en función de ellas, sus demandas, sino todo lo contrario: abogamos por un feminismo inclusivo, que reconozca las diferencias al interior, pero que articule al exterior para que no estén las mujeres indígenas reclamando solas, las lesbianas reclamando solas, las transgénero reclamando solas, sino todas juntas. El creer que esto que planteamos es una utopía es olvidar que, el propio feminismo ha conceptualizado al “enemigo principal” y este no es otro que el patriarcado instaurado por el sistema sexo-género.
El patriarcado nos oprime a todas, aunque no a todas por igual. El movimiento feminista debe tener siempre presente las marcas de subalternidad que nos cruzan a cada una de nosotras y solidarizarse con la situación particular que atravesamos, para así tener presente que todos los medios son válidos para luchar contra la opresión, presión que es distinta si se conjuga el "ser mujer" con categorías como la clase, etnia, nacionalidad, marginalidad, pobreza, etcétera.
Otro tema se relaciona con los modos que tenemos de demandar y construir. Si decidimos hacerlo a través del trabajo en las instituciones, esta bien. Si decidimos hacerlo a través de marchas callejeras y escraches, también está bien. Esto no se trata de ser las institucionalizadas, las autónomas o “ni las unas ni las otras”, se trata de darse cuenta que todos los medios son complementarios, no tienen por qué excluirse entre si. Si luchamos por lo mismo: los derechos humanos de todas las mujeres. También planteamos lo mismo acerca de la lucha feminista desde la academia o desde las calles: no tiene por qué presentarse como antinomias sino como diferentes formas de abordar una problemática que se enriquecen mutuamente, y que se necesitan mutuamente: la praxis y la reflexión pragmática.
No hay que olvidar que lo más hermoso del feminismo es rebelar que aquello que nos enseñaron cuando nos empujan a desconfiar de las mujeres, no es más que una estrategia del patriarcado para separarnos, y que sólo la sororidad que podemos construir entre nosotras nos va a permitir dar muchos pasos hacia adelante y ninguno hacia atrás. La sororidad es el "pacto político de género entre mujeres que se reconocen como interlocutoras. No hay jerarquía, sino un reconocimiento de la autoridad de cada una. Está basado en el principio de la equivalencia humana" (1).
Se propone entonces, siguiendo a Marcela Lagarde, una identificación estratégica con el ser mujer pero incorporando las demás categorías que nos constituyen como personas. Esto no debe servir para diferenciarnos y separarnos como mujeres, sino para entender que no hay UNA mujer, y que no resulta lo mismo ser blanca, de clase media y heterosexual que indígena, desocupada e inmigrante. La complejización de la categoría mujeres nos debe servir para plantear políticas más eficaces que prevengan, sancionen y erradiquen las violencias contra las mujeres y garanticen el efectivo goce de los derechos humanos de las mismas.
Abogamos por la constitución de una ciudadana activa, que marche en las calles, que produzca investigaciones, que redacte y promulgue leyes. Creemos que todas las acciones son complementarias y no excluyentes, y todas necesarias para lograr la equivalencia humana. Hasta que la igualdad no sea un hecho, es perentorio utilizar todos los carriles disponibles para lograrlo, y no creer que los medios que utilizamos tienen que enfrentarnos, ya que todas buscamos una sociedad justa en donde el ser mujer no constituya un factor de riesgo.
Les dejamos un video de una conferencia de Marcela Lagarde que resulta muy inspiradora al respecto, extraída de e-mujeres.net (cleckeen sobre la imagen de Marcela)


 http://e-mujeres.net/ateneo/marcela-lagarde/videos/conferencia-nicaragua



Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

(1) Extraído de "La política feminista de la sororidad" de Marcela Lagarde, disponible en  http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1771

lunes, 7 de julio de 2014

La forma de explotación hacia la mujer más antigüa del mundo...


El pacto original en tanto un contrato social como sexual:
es sexual en el sentido patriarcal -el contrato establece
que los varones tiene  derecho sobre las mujeres-
y también es sexual en el sentido de establecer
el acceso de los hombres al cuerpo de las mujeres.
El contrato  original crea lo que se podría
llamar siguiendo a a Adrienne Rich,
la ley del derecho de los varones al sexo” (Pateman, Carol, 1998, p2)


En esta entrada, expondremos ideas que compartimos sobre una temática siempre álgida: la prostitución. Tal vez este haya sido el tema que más haya dividido las aguas en el feminismo principalmente en relación a la existencia o no de consentimiento y libertad de elección de una mujer que se encuentra en situación de prostitución. Frente a esto y para intentar aportar alguna diferencia, tomamos la recomendación de Beatriz Gimeno de trascender los motivos personales y singulares de esas mujeres, para centrarnos en la institución prostitucional y el papel que juega hoy en el patriarcado y a los que intereses sirve.
Creemos que la prostitución pone en juego las estructuras de poder, de género y sexual. La existencia misma del sexismo es lo que permite que los hombres se aseguren sin ningún reparo ético, el acceso al cuerpo de las mujeres. La prostitución instituida, no hace más que perpetuar y reforzar los roles de género desiguales. ¿Porque sino,  es una “opción económica” principalmente para mujeres?

El cliente
La prostitución está diseñada por y para varones; por lo tanto las relaciones prostituyentes que establece se asientan sobre las relaciones de dominación que la cultura y la costumbre legitima. El consumo de prostitución no remite a situaciones de anormalidad, sino que es una práctica institucionalizada. ¿No es acaso “ir de putas” uno de los rituales de iniciación sexual más difundido entre varones?.
Como ya sabemos, lo discursivo es la base sobre la cual se sostienen las prácticas sociales. El discurso patriarcal es el que regula esta práctica, presentándola como un intercambio en el cual el varón es un receptor pasivo de una oferta que está allí, antes, desde siempre, ocultándose de esta manera el rol protagónico que tiene la demanda. Esta visión es totalmente coherente con una sociedad patriarcal que concibe al varón como sujeto del poder y del placer, y a las mujeres como objetos al servicio del placer, las miradas, la palabra masculina. Como plantea Chejter “La violencia de la explotación sexual está enmascarada en una relación contractual entre sujetos supuestamente iguales “ (p.11). Este “supuestamente” iguales, nos ayuda a pensar porque estos varones no se hacen ningún planteamiento de este tipo cuando están con una mujer a la cual consideran -como mínimo en ese momento- de su pertenencia y dominio. Ese "supuestamente iguales", crea una ficción que borra cualquier planteamiento ético ya que relativiza la situación, al adjudicar a las mujeres la libertad de convertirse en objetos. Reconocer que se está pagando por una persona genera malestar, culpa ambigüedad, incomodidad...
Para pensar este intrincado tema de la oferta y la demanda, compartimos las palabras de Chejter ya que aportan mucha claridad: “Sin demanda no existiría oferta de cuerpo para usos sexuales, y tampoco esa demanda tendría posibilidades de subsistir sin una tácita aceptación del derecho de los varones a convertir a semejantes en no sujetos, es decir, en meros objetos de goce sexual, por más que la socialización de este intercambio se legitima a menudo como un  intercambio de placer por dinero. Pensarlo como  un “intercambio entre iguales” constituye notoriamente una ficción que naturaliza y reproduce las prácticas” (p11).

El sexo y lo político
Focault nos permitió pensar a la  sexualidad como construcción discursiva entre la economía del poder y los placeres del cuerpo. El sexo no está ajeno al sistema político de turno ya que éste tiene también su política sexual. Coincidimos con Beatriz Gimeno que plantea que pensar la prostitución solamente desde un punto de vista individual, es consecuente con el sistema neoliberal en el que estamos inmersos, En contra de lo que pretenden hacernos creer, la prostitución de hoy día no tiene mucho que ver con el sexo sino que utiliza un producto que se vende muy bien, el sexo, para sostener y reforzar una institución que tiene que ver con muchas cosas: con las migraciones globales, con el capitalismo, con el patriarcado en su fase neoliberal, con la pobreza, con la feminización de la misma, con una determinada construcción de la sexualidad, con una determinada construcción de las subjetividades, con la construcción de las categorías de género, con el feminismo…la prostitución es todo eso y más”.
Frente a las conquistas del feminismo que arroja luz sobre las desigualdades de género y la masculinidad tradicional, y la recuerpación de espacios de poder que eran patrimonio exclusivo de los varones, la prostitución se convierte en el espacio seguro en el que el machismo logra desplegar su performance de relaciones de género jerarquizadas: los varones clientes/prostituyentes no compran solo un cuerpo, sino también una fantasía de dominio.

Palabras finales..
Para terminar queríamos compartir la sinopsis que aparece en la contratapa del libro “Lugar común, la prostitución” de Silvia Chejter (el cual recomendamos), ya que nos parece que invita a la reflexión:
“Prostituir es un verbo que habitualente se conjuga con un sujeto trastocado. Cuando se dice una mujer se prostituye, ¿que se está diciendo?. ¿Se dirá acaso que el esclavo, se esclaviza o que el obrero se explota a sí mismo?. Cuando un varón paga por sexo, prostituye. El sujeto es el prostituyente llamado -en el lenguaje mercantil travestido que se utiliza- cliente, usuario consumidor. Las personas que son objeto de la accion prostituyente son personas prostituidas. No es posible que alguien se prostituya a sí misma. El trastocamiento del lenguaje se manifiesta tambien cuando un proxeneta se convierte en empresario de la noche, una mujer o persona prostituida en trabajadora del sexo o prestadora de servicios sexuales y el mundo prostibulario en merado del sexo”.
Estamos convencidas que la prostitución sexual no es -como se dice comunmente- el trabajo más antiguo del mundo, en todo caso es la forma de explotación hacia la mujer más antigüa del mundo.
Bibliografía: